Quédate ahí,
sin moverte,
con tu cabeza sobre mi pecho.
Tu nariz justo en mi cuello,
tus brazos rodeándome,
tus piernas también.
Me hablas de tus tristezas,
me hablas de tus fuerzas,
me hablas mirando al sol.
Desciende la luz,
la brisa por la ventana nos acaricia
sonrío al verte sin razón.
Y un repentino encuentro con Morfeo
es el que ocasiona
que entre besos y abrazos
nos rindamos...
...y tu respiración
y tu palpitación
sea lo último que oiga y sienta
al desfallecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario