"Querer a quien no me quiere", pues bien, se ha vuelto el cuestionamiento más recurrente.
"¿Pensará en mi?, ¿Sentirá lo mismo?, ¿Recordará cómo se sentía?" y más preguntas vienen de pronto cuando se tienen aquellas ganas de querer. De querer de verdad. Ese tipo de cariño, que solo comprendería una canción de Alfredo Sadel, con las luces apagadas mientras se baila despacito.
Simultáneamente, en el momento en el que las respuestas están siendo claras, y las palmadas de "vas bien" se sienten en la espalda; de un segundo, pasa una semana en donde las palabras ya no se cruzan, y rara vez hay un saludo o una interacción en alguna red social.
Muy pocas veces se comprende sobre qué pudo haber ocurrido. Solo haces silencio, analizas, y ahí continúas: "¿Pensará en mi en algún momento?, ¿Sentirá lo mismo?, ¿Recordará cómo se sentía?", porque tú lo haces, pero ahí está el detalle, nadie puede saberlo.
Rara vez intentas averiguar si fue verdad, y quedas solo con el convencimiento de tu instinto, el cual señala, que jamás alguien le había importado menos, y que incluso, con su pasado interactúa más que contigo.
También piensas que pudiste arruinarle la vida, que tal vez hiciste algo mal, pero no recuerdas, y ahí está: "¿y si no hiciste algo y eso fue lo que le molestó?". Comienza el dilema de no saber qué pudo ocurrir, qué pudo haber salido bien o mal, pero no puedes dar con el mundo, y a la vez que todo esto ocurre, el amor que sentías se vuelve áspero, intragable, y das de cuenta que fue mucha importancia, que fue mucha mente por algo tan insignificante. Que jamás movería un dedo por ti de la manera en que tú demostraste que lo harías por él.
Y ahí transcurre todo, ahí todo vuelve a la normalidad, ahí ya todo perdió su valor, pero en algún momento, de alguna noche, te preguntas: "¿habré cruzado alguna vez por su mente de nuevo?".
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