Manos juntas nunca nacieron, más separadas las quisieron engañar, a que si se unían y miraban al cielo una manta bendita aparecería a ayudar.
Manos juntas se cansaron de mirar al cielo y esperar; decidieron manos separadas trabajar juntas y crear. Ninguna nube, ningún reino, ninguna luz les dirá o decidirá sobre a qué persona juntas tocar, sobre qué adicción desmenuzar o qué placer contraer.
Manos juntas ya no rezan más a lo inexistente, a lo obligado, rezan a lo creído, a lo experimentado. Manos juntas ya no rezan a quienes les han causado tanto daño, así que separo mis manos y dejo de pedir, para comenzar a abrazar y dejar ir.
K.
No hay comentarios:
Publicar un comentario